Me gusta la lluvia... Tal vez porque son los días que más recuerdo de mi primera infancia. Era una niña más bien flacucha, callada, taciturna de ojos inmensos que miraban fijamente lo que llamaba mi atención sin emitir palabras ni murmullos. Así podía estar horas entre los brazos de mi padre, tan quieta, como si supiera que el tiempo y las ocasiones en que estaríamos juntos serían contadas. No tengo idea de donde se metía todo el mundo, sólo éramos el y yo en la casa grande. Todo me parecía gigante, así estaba bien, así lo aceptaba.
El salón con pocos muebles, apenas una sala de mimbre y una consola brillante, donde mi padre colocaba los discos de acetato de la música que le gustaba. Todo dispuesto en el salón. La música el y yo. Al empezar la melodía, comenzaba el baile, todo era vueltas y vueltas, entre más vueltas más risas. Él, vestido de blanco, peinado impecable, yo con mi cuerpecito frágil y mi pelo fino, perdida entre sus brazos.
Miraba mucho y preguntaba poco, quizá por eso a él le gustaba mi compañía.
Hombre de pocas palabras, contundente, para la mayoría serio; para mi cariñoso. Tenía la sensación de que para él no había imposibles, lo miraba con curiosidad para adivinar lo que haría, En una ocasión que llovía, así sin más, hizo un hueco en el techo, quitó una teja y dejamos que un vaso se llenará de lluvia. Esa vez me di cuenta que la lluvia también caía en forma de hielo, esperamos con paciencia a que llenara el vaso de granizo. Me pareció que estuvimos ahí, los dos juntos una eternidad. Así debió ser para que ahora lo escriba y no quiera que ese momento se quede en el recuerdo, sino que perdure en el tiempo. Hubo alguna vez un día mi papá y yo...
http://youtu.be/xzTIWuVSymU
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